La VIDA no para.
Los niños nos están dando una lección de adaptación y los mayores, nuestros mayores, por su vulnerabilidad acentuada a esta pandemia, están siendo muy a nuestro pesar, un icono de este virus que jamás olvidaremos.
En medio de todo este ruido ensordecedor, se oye un clamor que está removiendo el mundo. No es la enfermedad, no es el virus… Es la soledad.
Nuestros enfermos están angustiados, sin contacto con sus seres queridos, a los que no dejan acompañarlos. No saben cuántos días pasarán allí, si saldrán adelante o si su diagnóstico se complicará, y algunos están muriendo solos. El dolor es latente y nos aterrorizamos, sufrimos y gritamos desde nuestro corazón que esto pase ya, porque es insoportable, porque no nos falta razón.
Esta situación nos acorrala, nos deja sin salida, en muchos casos, sin más alternativa que la resignación y a muchas personas y familias las lleva a tener que aprender a dejar ir sin remedio, con una herida que puede que no cicatrice nunca porque no se ha llegado a cerrar como debería.
¿Qué está pasando?
No es solo que estemos enfermos o aislados, es que estamos solos.
Demandamos y reivindicamos los besos y abrazos que antes teníamos y no valorábamos. Hemos pasado a clasificarlos como imprescindibles y contamos los días para recuperarlos. ¡Qué importantes los vemos ahora!
Esta crisis ha hecho aflorar otro virus: LA SOLEDAD.
La situación actual ha puesto de manifiesto algo por lo que nació Mamás en Acción, y es que no nacimos para acompañar a niños enfermos. Nacimos para acompañar a niños que están SOLOS en los hospitales. Y eso que tanto nos cuesta concebir ahora, es algo que, por desgracia, en Mamás en Acción llevamos haciendo desde hace 6 años.
Y en mitad de todo esto, yo sigo con el corazón encogido cada día pensando en ellos… y veo en cada enfermo en este tiempo a nuestros niños y puede que en esta situación indeseable que estamos viviendo, nuestros grandes corazones con patas, nuestros voluntarios, seamos de ese grupo de personas que están demostrando ser un poquitín más resilientes.
Nuestros niños no tienen balcón por el que reivindicar su cariño, por eso nuestro balcón es el suyo, y cada día a las 20:00h los tenemos presentes. Contamos los días para volver a verlos y seguir compartiendo nuestra misión y servicio: #NiUnNiñoSolo.